Conduce la tristeza a buen puerto

No se puede concebir nuestro mundo sin el sol: estaría muerto.
No se debe permitir una vida sin felicidad: estaría vacía...

No puede apreciarse la felicidad si no se conoce la tristeza. Volando sobre los espinos
Pero tampoco se debe caer en la trampa de esperar de la felicidad <<el todo>>; esa sensación es lo que es, no más, no es infinita, no es la perfección de la vida, sino un momento de alegría o satisfacción que, según nuestra práctica, seremos capaces de repetir o de alargar en el tiempo hasta conseguir tener esa sensación de bienestar que nos recompense.

No entender la felicidad es uno de los mayores errores de nuestros días, porque llegamos a pensar que ser felices equivale a no estar tristes, o al menos, a no pasar por momentos amargos.

Pero al igual que el sol se oculta por las noches para volver a aparecer al día siguiente, así la felicidad, que oculta a veces su cara alegre para regresar en otro momento con más fuerzas. Si el sol no se ocultara no tendríamos tiempo para el descanso reparador de la noche. Si la felicidad fuera continua dejaríamos de apreciar los buenos momentos con los que la vida nos recompensa a veces.

Piensa que la vida, si fuese <<plenamente feliz>> terminaría por convertirse en algo monótono, y al fin la felicidad se transformaría en tedio, en pesadez, e incluso en apatía... Si no que se lo pregunten a alguno de tantos famosos y famosas que teniendo salud, dinero de sobra, gente alrededor de ellos (como para nunca sentirse solos), o cualquier otra posesión material que pudieras soñar, y que terminan llorando, con una sobredosis, con trastornos sicológicos o realizando excentricidades inimaginables para buscar <<nuevas emociones>> en sus vidas... Por fortuna no todos acaban tan <<mal>>.

Piensa: La tristeza es la encargada de que valoremos la alegría cuando aparece, es la bajada trepidante de la montaña rusa que da emoción a la vida, que nos hace soñar con un día mejor, y que nos ayuda a plantearnos metas, generar sueños, mirar hacia arriba y desear volar... para al fin conseguirlo y disfrutar plenamente del momento amable cuando aparezca.

Sin oscuridad no se distinguiría la luz, sin noche no se apreciaría el día, y sin tristeza no se podría aspirar a distinguir lo que de veras es la felicidad.

Este concepto es sencillo, pero a veces necesitamos oirlo, escucharlo repetido, creerlo, leerlo y releerlo. Por eso existe el libro Volando sobre los espinos, para que puedas aprender con mayor claridad estas y otras realidades que necesitamos para sobrevolar las dificultades. ¡Allí te espero!

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